Durante la gestación
se producen una serie de cambios fisiológicos que obligan a prestar mayor
atención a la nutrición en el embarazo. Existen recomendaciones sobre
requerimientos nutricionales para cubrir las necesidades del feto, el organismo
materno y el coste de la síntesis de leche en esta etapa.
De la ganancia ponderal que se
produce durante un embarazo, aproximadamente el 40% corresponde al feto,
placenta y líquido amniótico, mientras que el resto resulta de un incremento de
los tejidos maternos, es decir, útero, glándulas mamarias, sangre, líquido
intersticial y grasa corporal.
Ganancia de peso correcta para
el embarazo.
IMC por debajo de los 19
m/t2=12 a 16 kg
IMC entre 19 y 24.9 m/t2= 9 a
12 kg
IMC entre 25 y 29.9 m/t2= 7 a
9 kg
IMC por encima de 30 m/t2=
máximo 7kg
La satisfacción de los
requerimientos energéticos es la piedra angular de la nutrición práctica, ya
que si no se logra este objetivo, carece de importancia determinar las
necesidades individuales de los distintos nutrientes.
Durante el 1er trimestre del
embarazo se le debe agregar 150 kcal/día al total de GET.
Para el segundo trimestre se
debe aumentar a 250 kcal/día al total del GET
Para el tercer trimestre se
debe aumentar 350 kcal/día al total de GET
Las funciones responsables de este
gasto energético serían el incremento del gasto cardíaco, del trabajo
respiratorio, las demandas impuestas por el aumento de la masa celular en el
útero, placenta, feto y mamas; igualmente la función renal está notablemente
incrementada.
Se debe incrementar el consumo de
carbohidratos preferentemente durante el embarazo y la lactancia, porque el
feto y las glándulas mamarias necesitan utilizar la glucosa.
Con estas recomendaciones una
mujer gestante que esté situada entre el 90 y el 110% de su peso estándar
debería incrementar unos 12 kg durante el embarazo, lo que supondría un ritmo
de 400 g/semana durante el segundo y tercer trimestres.
Si la mujer gestante es obesa, es
decir, está situada por encima del 120% de su peso estándar debería incrementar
unos 7 u 8 kg durante el embarazo, lo que supondría un ritmo de 300 g/semana.
Cuando el peso de la mujer
gestante está por debajo del 90% de su peso estándar debería incrementar unos
14 ó 15 kg durante el embarazo, lo que supondría un ritmo de 500g/semana.
Proteínas: Durante el transcurso del embarazo la madre sintetiza
unos 950 g de proteínas para hacer frente al desarrollo del feto y la propia
transformación de sus tejidos. El depósito proteico no se realiza de manera
uniforme durante todo el embarazo.
Se debe aumentar 6g al día de
proteínas extras durante el embarazo por medio del huevo.
Grasas: Las mujeres gestantes tienen elevados requerimientos de
vitaminas liposolubles y de ácidos grasos poliinsaturados. En los últimos años se ha aceptado que los ácidos grasos
poliinsaturados de cadena larga (LCP) derivados de la dieta y depósitos grasos
maternos ejercen un papel clave en el desarrollo y crecimiento del feto. Los
ácidos docosahexanoico (DHA) y araquidónico (AA) son los LCP predominantes en
el organismo y sirven como componentes clave estructurales del cerebro. El DHA
está presente en una concentración elevada en la retina. LCP, tales como AA,
ácido linolénico y eicosapentanoico (EPA), sirven como precursores de una
variedad de compuestos entre los que están las prostaglandinas, prostaciclinas
y tromboxanos.
Hidrato de carbono: La glucosa es la fuente más importante de
energía para el feto, comprendiendo aproximadamente el 90% de ésta. Por lo
tanto, el metabolismo de los hidratos de carbono en la madre durante la
gestación es de una importancia enorme. Se sabe muy poco acerca de la
influencia de los hábitos dietéticos, especialmente en la cantidad y
composición de los azúcares y almidones durante el embarazo y su potencial
implicación en el resultado de la gestación respecto a parámetros tales como
macrosomía, hipoglucemia postnatal o tendencia a desarrollar una intolerancia a
la glucosa en edades posteriores.
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